Testimonios de una larga odisea

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Cuatro miradas acercan la situación de los refugiados que abandonan Siria


Han recogido su drama y conocen de primera mano algunas de las situaciones por las que han pasado los refugiados. Además, en su misión de ayudarles, también cuentan con sus propias vivencias. La doctora en Estudios Árabes e Islámicos Naomi Ramírez, el fotoperiodista Javier Julio, el integrante de Salvamento Marítimo Humanitario Iñigo Gutiérrez y el miembro de la asociación Ongi Etorri Errefuxiatuak Donostia Juantxo Domínguez ofrecieron este pasado sábado en Donostia su testimonio de la odisea de los exiliados, en un encuentro en el museo San Telmo de Donostia bajo el título ‘Una nueva vida a 25 días: miradas sobre la crisis de los refugiados sirios’, organizado por la Capitalidad Cultural Europea de San Sebastián 2016 y moderado por el ingeniero donostiarra Ander Iturri.


«En el Parlamento europeo tenemos las manos atadas»


Para entender esta crisis, primero hay que comprender el origen del conflicto, que Noemí Ramírez data de 2011, cuando el régimen sirio de Bashar al-Ásad contestó con disparos a los manifestantes que pedían «dignidad, libertad y justicia social» en una plaza de Damasco. Según la doctora, las autoridades de ese país «no querían que esa foto se repitiera y trascendiera a la opinión pública mundial, por lo que en siguientes concentraciones enviaron a soldados indicándoles que tenían que abrir fuego porque esas personas eran terroristas». El conflicto «fue a peor cuando se internacionalizó» con la llegada de señores de la guerra, lo que ha llevado a que «muchos sirios huyan de sus hogares a países cercanos, como Líbano o Turquía».

Naomi Ramírez quiso ayer dejar claro que «esta migración se produjo antes de que se constituyera el Estado Islámico». No cree que «sea fácil el fin de este conflicto», el cual le gustaría que se produjera «a partir de un acuerdo entre los propios sirios», pero teme que finalmente «Estados Unidos y Rusia se acabarán repartiendo el pastel» y, entonces, «descabezarán el régimen sirio, que después irá acompañado de la desaparición de Al Daesh».

La mayoría de los refugiados que abandonan sus hogares toman rumbo a Europa, para lo cual se montan en embarcaciones en Turquía para cruzar el Mar Egeo e intentar llegar a Grecia. Algunos lo consiguen y otros no. De este drama han sido testigos el fotoperiodista Javier Julio y el activista de Salvamento Marítimo Humanitario Iñigo Gutiérrez, quienes han estado en el país heleno. El primero de ellos comenzó su trabajo en 2014 en Jordania, para después dirigirse a la isla de Lesbos, mientras que el voluntario llegó en 2015 a la Isla de Chíos.

Las mafias de Turquía

Los dos se lamentaron de las mafias existentes en Turquía que «se aprovechan de estas personas para conseguir dinero». Así, Javier Julio explicó que «el viaje en barco por el día y con buena mar cuesta unos 1.500 euros, mientras que por la noche y con mala mar se reduce a los 800, pero te juegas la vida». El activista concretó que «muchas veces les meten en las balsas a punta de pistola y les roban» y «en otros casos les venden un pase VIP que les incluye ropa y asistencia sanitaria al llegar a Grecia, aprovechándose de que saben que eso es lo que les proporcionamos los voluntarios». Además, ambos indicaron que «los chalecos salvavidas que llevan son falsos. A los cinco minutos en el agua, las fibras se hinchan y se hunden».

El voluntario recordó que uno de los peores momentos que vivió allí se produjo en la noche del 8 al 9 de noviembre, cuando «tuvimos que ayudar a más de 2.000 personas». El fotoperiodista, por su parte, explicó que «estos voluntarios trabajan con trajes de Decathlon de 27 euros» y aclaró que «la mayoría de los que llegan a Grecia son sirios, pero también vienen de otras zonas, como kurdos y afganos».

Los dos argumentaron que «las personas que vienen están altamente formadas»; es más, según resaltó Javier Julio, «uno de los motivos por los que huyen es porque sus hijos no pueden ir a clase». Iñigo Domínguez explicó que «muchas personas dicen que a Grecia llegan terroristas, pero yo no lo veo. Vienen familias, ingenieros, médicos o traductores».

Según subrayó el miembro de Salvamento Marítimo Humanitario, «esta gente necesita dignidad y saber que no nos hemos olvidado de ellos, ya que muchas veces pierden la ilusión. Por ejemplo, en estos momentos hay algunos que se han puesto en huelga de hambre para reivindicar sus derechos».

«La solidaridad no se da únicamente en Grecia, también se da en los países de acogida», ensalzó Juantxo Domínguez; eso sí, «es más por parte de las familias que por parte de los estados», porque «estamos ante la demostración de lo vacía e inútil que es la Unión Europea». El activista de Ongi Etorri Errefuxiatuak Donostia se quejó de que «a los realojados que llegan a estos países se les da recursos durante seis meses, pero luego caduca».

A su vez, denunció que desde los gobiernos «no se aceptan sus solicitudes de asilo». Esto puede provocar que «caigan en la ilegalidad, ya que sin los papeles en regla no pueden acceder al trabajo».

FUENTE : EL DIARIO VASCO

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