Socialcinismo

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Hace pocos días, el pasado 3 de agosto, conocíamos a través de la prensa la decisión del “nuevo” gobierno “socialista” del Estado español consistente en el nombramiento de un general de la Guardia Civil como mando único operativo para la coordinación de las actuaciones “contra la inmigración ilegal”.


La noticia surge en un contexto de “alarma social” fomentada desde diversos sectores de ultraderecha que afirman que tras el rescate y recibimiento del Aquarius el pasado junio, se ha creado un “efecto llamada” con consecuencias importantes para las fronteras y la población españolas. Sin embargo, los datos son los que son y no engañan. En los últimos meses de verano el Estado español está recibiendo, más o menos, la misma cantidad de migrantes que años anteriores en las mismas fechas. ¿Dónde estaría pues la diferencia? Estamos seguros de hallarla en la falta de efectivos humanos en los servicios que atienden a las personas rescatadas en la mar, como viene siendo el caso de Salvamento Marítimo. Esta situación no es algo novedoso. Desde hace años las plantillas de este ente público vienen denunciando las condiciones en las que tienen que realizar las labores de rescate.Con poco personal a bordo de las embarcaciones, o soportando declaraciones que les apuntan como responsables del supuesto crecimiento de la “inmigración ilegal” en nuestro país, estos trabajadores se juegan la vida mientras intentan ganársela. Llegados a este punto debemos analizar algunas cuestiones sobre la realidad por la que pasamos estos días y que están ligadas al drama humano al que asistimos en muchísimos puntos de nuestras costas andaluzas.

En primer lugar, ningún ser humano es ilegal. Todas las personas tienen derecho a buscar una oportunidad de vida mejor, sobre todo cuando en sus lugares de origen sufren miseria y miedo causados por la guerra y la falta de recursos básicos para la vida. Entendemos que detrás de este éxodo humano está la dominación histórica del Norte sobre el Sur. África, el país del que proceden en su mayoría estas personas, posee inmensas riquezas que Europa, y por ende el Primer Mundo, lleva saqueando durante siglos. En este sentido, debería ser prioridad para los Estados europeos, los principales causantes y beneficiarios de esta inestabilidad política, económica y social en los países pobres de África, los primeros en poner en marcha otro tipo de “políticas” migratorias para paliar los efectos de tanta avaricia. Deberían ser estos Estados los primeros en ayudar a quienes deciden jugarse la vida en el mar, huyendo del horror y la falta de derechos humanos elementales.

Por otro lado, no debemos olvidar que emigrar no es fácil para ninguna persona. Nadie lo hace con gusto, a nadie le gusta dejar atrás su tierra, su vida, su familia y todo su mundo de referencia por obligación para deambular por otros países sin saber el trato que encontrarán o si la decisión de jugarse la vida en el mar merecerá la pena. Ningún padre pone la vida de sus hijos en colchonetas hinchables si lo que deja atrás es más peligroso que el mar. Son personas desesperadas cuyos motivos para emigrar están más que justificados y por lo tanto merecen respeto y un trato humanitario.

En segundo lugar, salvar la vida humana en el mar es la única regla que impera ante situaciones extremas. Sobre todo para aquellos entes u organismos que fueron creados para tal fin, como es el caso de Salvamento Marítimo. Sus trabajadores y trabajadoras no se plantean a qué tipo de personas auxilian en el agua. Es de sentido común que alguien que está en peligro en la mar debe ser rescatado, porque todas las vidas importan. La campaña de desprestigio, puesta en marcha desde determinados sectores de nuestra sociedad, tanto española como europea, hacia las organizaciones de salvamento humanitario o hacia quienes se ganan la vida realizando estas labores en la mar, es despreciable y mentirosa. En este sentido, desde la Confederación General del Trabajo (CGT) creemos que otra sociedad, más justa, solidaria y basada en el apoyo mutuo es alcanzable, por eso nuestra gente actúa en consecuencia desde nuestros valores, realizando una labor imprescindible en nuestras aguas a pesar de las condiciones laborales que los diferentes gobiernos de turno han mantenido y mantienen en un servicio público que es reconocido internacionalmente. Desde CGT afirmamos que si podemos sentirnos orgullosos y orgullosas de Salvamento Marítimo es, sin duda, gracias al trabajo y a la condición humana de sus plantillas.

En tercer lugar, militarizar nuestras aguas y nuestras fronteras (aún más) no será la solución para frenar los flujos migratorios. Lo pensamos porque no existe valla lo suficientemente alta ni frontera marítima lo suficientemente vigilada que puedan frenar a quienes tienen hambre o sienten miedo. Los flujos migratorios no van a variar por mucha policía que se disponga en nuestras fronteras o por muchas multas o campañas contra quienes se dedican a labores de ayuda humanitaria. En este sentido, desde CGT creemos que la decisión del presidente Sánchez Castejón de designar a un general de la Guardia Civil como mando único operativo para coordinar las actuaciones contra la inmigración, además de ser una medida alejada de los valores de un ejecutivo que se vanagloria de ser progresista, socialista y obrero, es contraproducente y una estrategia más en la idea que desde hace ya bastantes años, el PSOE tiene en mente con la creación de un cuerpo especial de guardacostas para “ahuyentar” la inmigración “ilegal”.

Desde CGT ya lo advertimos hace apenas 3 años en este artículo “Fundación Alternativas” (https://salvamentomaritimo.org/flota-maritima/fundacion-alternativas/). Un artículo en el que ya poníamos la lupa sobre el negocio que algunos intentan montar a costa de lo público disfrazándolo con otro tipo de intereses relacionados la seguridad de la población española o la ayuda humanitaria.

Lejos de eliminar las concertinas o de acabar con las devoluciones en caliente, el PSOE socialdemócrata de Sánchez pretende dejar las labores de Salvamento Marítimo en manos de la Guardia Civil, un cuerpo militar que ya ha demostrado en otras ocasiones, como en Ceuta en febrero de 2013, cómo lleva a cabo la defensa de las fronteras del Estado español.

Salvamento Marítimo es el único ente público de Europa gestionado por civiles. Su servicio es incuestionable e imprescindible en nuestras aguas y su objetivo es el rescate de náufragos en la mar para llevarlos al puerto más cercano y por lo tanto, el más seguro con independencia de la nacionalidad de las auxiliadas en el agua.

La soluciones pasan por otras vías lejos de poner más policías en nuestras fronteras para frenar a los mismos explotados de siempre.

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