La gestión de emergencias en la mar por parte de Salvamento Marítimo sigue despertando interés en los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales. Hace algunos días el diario alemán Spiegel se preocupó por esta cuestión y un par de periodistas se trasladaron hasta Almería para entrevistarse con el nuevo responsable del Centro de Coordinación de Sasemar en este punto estratégico para la labor de rescate de vidas humanas y protección del medio marino.
Manuel Barroso se hizo cargo de la coordinación de emergencias en la torre de control de Almería en febrero de 2019, cuando Joaquín Maceiras (anterior jefe de operaciones) e Ignacio López (anterior director del ente y actual candidato a la Alcaldía de Málaga por el PSOE) destituyeron a su anterior responsable, Manuel Zea. Según el subdelegado de gobierno en Almería, Manuel de la Fuente, la destitución de Zea obedeció a un cambio de funcionamiento en el protocolo de este ente público, concretamente a “decisiones sobre el modus operandi, sistemas operativos y restructuración de efectivos adoptados por el mando único en materia migratoria”.
Para Barroso el objetivo primordial de Salvamento Marítimo es la salvaguarda de la vida humana en la mar y este se cumple con creces. Lo repite en varias ocasiones durante los minutos que dura la entrevista en la planta número doce de la torre de control de Almería. Llevar a puerto seguro a las personas que se han rescatado en el mar de Alborán es lo más importante pero también deja claro que su responsabilidad –y por ende la del organismo que gestiona- termina precisamente ahí, en ese momento en el que los náufragos trasladados al puerto más cercano pasan a disposición de los servicios de emergencia, como los prestados por Cruz Roja Española, y las autoridades pertinentes Guardia Civil o Policía Nacional. No le falta razón cuando apunta a este hecho, por eso no son aceptables las críticas que las plantillas de Sasemar reciben cuando son acusadas de “fomentar” la inmigración ilegal o de actuar como taxis o buses de migrantes. Asegura estar por encima de estas “juicios” y recuerda que Salvamento Marítimo es uno de los organismos mejor valorados a nivel mundial, tanto por sus recursos como por los profesionales que lo conforman.
Un tripulante de una de las embarcaciones de Sasemar está presente también en la entrevista a Manuel Barroso. Escucha atento las preguntas del periodista alemán del Spiegel y las declaraciones y aclaraciones del responsable de la torre. Con una dilatada experiencia en el rescate de vidas en la mar, este trabajador asegura que su labor le ha pasado factura. Emocionalmente no logra desconectar del trabajo una vez que su jornada finaliza. Explica que no es algo que haya notado de la noche a la mañana, que no ocurre sin más cualquier día al terminar una de sus largas guardias, sino que se debe a un proceso largo en el tiempo que va poco a poco haciendo mella en su estado físico y psíquico. No se siente mejor ni más aliviado cuando deja en el puerto más cercano a las personas que ha salvado de una muerte segura en cualquier punto del mar de Alborán. Aunque él no lo quiera, su cabeza sigue dándole vueltas a lo que le ha tocado enfrentarse ese día en la mar. ¿Qué será de ellas? ¿A dónde les llevarán? ¿Qué sentirán sus hijos? ¿Cómo serán sus próximos días en España? ¿Podrán ayudarles? Y sobre todo… ¿qué clase de pesadillas les ha obligado a moverse de su tierra para jugarse la vida en el Mediterráneo? Es una idea muy recurrente y repetida en algunos medios y publicaciones la de hacer entender a la sociedad, ante los bulos de otros grupos reaccionarios, que nadie abandona su casa ni su cultura para arriesgarse a poder empezar desde cero en un país desconocido, pero es que es así. Y no hace falta que un país esté pasando por una situación de inestabilidad política, como guerras o conflictos sociales, para que esto ocurra. La falta de recursos con los que poder sobrevivir o el deterioro medioambiental en algunas zonas del planeta empujan a muchos seres humanos a intentar buscar una salida desesperada. Muchos de ellos mueren en el intento y no solo en la Frontera Sur.
La Confederación General del Trabajo (CGT), sindicato mayoritario en este servicio público, ya lo ha denunciado en diferentes ocasiones. Las plantillas de profesionales no desconectan. No pueden hacerlo cuando además, a estas situaciones difíciles hay que sumar largas jornadas de trabajo, de sobresfuerzo y una importante falta de personal a bordo, sobre todo en las lanchas de rescate, que son las que realmente efectúan estas delicadas maniobras. Hablamos de gente que es testigo en primera persona del terror y el sufrimiento de muchas otras cuando ven de cerca la muerte. Este compañero recuerda cómo en alguna ocasión ha tenido que dejar su puesto en el barco para poder salir a cubierta y ponerse a sacar del agua a personas junto a sus compañeros. Asegura que siguen faltando manos para enfrentar la tragedia que en ocasiones no pueden evitar: “Por mucho que digan o justifiquen, nos siguen faltando manos en este trabajo”.
Las emergencias a las que se enfrentan las plantillas de Salvamento Marítimo son variadas. Desde el rescate de una embarcación a la deriva, la búsqueda de personas que desaparecen al salir a la mar, como deportistas o pescadores, pasando por el remolque de otros buques hasta la evacuación de personas enfermas de otros barcos para ser trasladadas a un hospital y poder recibir la atención médica necesaria. “Cumplimos con nuestro deber, salvamos vidas y muchas personas son atendidas a lo largo del año en diferentes situaciones o percances en la mar”, vuelve a repetirnos Barroso. Sin embargo no puede darnos cifras concretas de esos rescates. ¿Cuántas maniobras realizan los profesionales de Sasemar? ¿Cuántas personas son atendidas? ¿Cuántas migrantes rescatadas? Nos asegura que no dispone de cifras exactas. Por eso cuando desde el Spiegel quieren saber qué pasa con la polémica de las devoluciones a Marruecos y las voces que apuntan a que sus puertos no pueden ser considerados “seguros”, el nuevo coordinador de la torre de Almería explica que nuestro país vecino no está en guerra como sí ocurre en otras zonas de áfrica, como es el caso de Libia y desde donde están huyendo actualmente muchas personas. Por lo tanto, afirmar que “Marruecos no es puerto seguro” es cuestionable.
Es cierto que en el Estado marroquí no se desarrolla en estos momentos ningún conflicto bélico pero es un país que está en el punto de mira de numerosas organizaciones no gubernamentales, y otro tipo de colectivos en defensa de los Derechos Humanos, en cuanto al cumplimiento de las libertades más elementales de las personas. Por lo tanto, no sería descabellado pensar y apuntar a que muchas personas que se lanzan al mar desde las costas marroquíes lo hacen obligadas por la falta de derechos básicos en este país o por la pobreza a la que la monarquía y la clase política del mismo condenan a sus ciudadanos más vulnerables o con menos recursos.
Barroso nos comenta que no quiere posicionarse políticamente puesto que su labor -y la del propio organismo en el que la desempeña- debe estar por encima de cualquier tipo de polémica derivada de la actividad política. Nos parece loable este planteamiento pero en la vida real pasan otras cosas y podemos constatar que las decisiones políticas de unas u otras formaciones inciden en el desarrollo de un servicio público, dependiente del Ministerio de Fomento, como es Salvamento Marítimo. El apagón informativo que se produce en otoño de 2018 responde a la presión política que se ha venido ejerciendo sobre la tarea comunicativa del propio organismo tras el intensísimo verano de 2018. CGT ya denunció este silencio impuesto por la dirección de Sasemar con el respaldo absoluto del Ministerio de Fomento, y puntualizó que esta actitud difería radicalmente de la mostrada solo unos pocos meses antes en relación a la gestión de la crisis del Aquarius en el puerto de Valencia.
De ahí que enganchemos con otra de las grandes polémicas relacionadas con el cambio de funcionamiento en el protocolo de Salvamento Marítimo. ¿Qué pasa con la decisión de mantener a agentes de la Guardia Civil a bordo de algunas embarcaciones? Barroso explica que en algunos rescates se desarrollan situaciones de estrés y tensión que las tripulaciones, por sí mismas, no pueden gestionar satisfactoriamente. Para este responsable, la seguridad de sus trabajadores es lo primero y pone como ejemplo los rescates que se realizan de personas de origen argelino. Argelia es un Estado que tiene convenios en materia de inmigración firmados con el español. Muchas de estas personas que se lanzan a la mar para cruzar el Estrecho conocen bien la situación y saben previamente que si son captadas por los equipos de emergencia, como Salvamento Marítimo o la Guardia Civil, tendrán más complicaciones para poder permanecer en Europa. Por esta razón intentan no ser rescatadas por estos equipos o vistas por las patrullas policiales. Harán lo posible para llegar por ellas mismas a las costas andaluzas y una vez aquí buscarse la vida por su cuenta. Estas personas, una vez que son rescatadas del agua y según Barroso, pueden “exigir” a la tripulación de esa lancha que no se les lleve a un determinado puerto.
En este sentido, es cierto que en algunas unidades de rescate las tripulaciones pidieron una mayor colaboración de la Guardia Civil con Salvamento Marítimo en este tipo de operaciones, pero solo se ha realizado de forma puntual. En la salvamar Spica, por ejemplo, ningún trabajador quiso presencia policial y se negaron explícitamente a adoptar esta “nueva medida” en materia de seguridad. Por eso habría que analizar las razones por las que en 25 años de existencia de este ente público no se había dado el paso que el gobierno ha llevado a cabo en los últimos meses. Habría que diferenciar entre el hecho de “colaboraciones puntuales” con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la presencia constante de agentes armados en buques de Salvamento Marítimo, como en el Clara Campoamor. ¿Acaso durante todos estos años no se han tenido picos de emergencias como los de este último verano? ¿Acaso no han existido situaciones de estrés y tensión años atrás? ¿Por qué parece que estos “cambios” de protocolo se producen justo cuando trasciende a la prensa nuevas negociaciones entre España y Marruecos?
Mientras la clase política “intenta encontrar” una solución a este problema, el tripulante de una de las lanchas de Sasemar insiste en que faltan manos y seguirán faltando si no se remedia. Este trabajador dice tener siempre presente a su hijo, un crío de corta edad, cuando se embarca de guardia para varios días. El día antes de entrar a cualquiera de esas guardias ya siente nervios. Y relata poco a poco, con un nudo en la garganta, el episodio en el que tuvo que rescatar a muchísima gente del mar tras el hundimiento de una patera. Entre aquella gente viajaban muchos niños de diferentes edades. Una mujer sostenía a un bebé por encima de su cabeza y le señalaba con gestos desesperados que le salvara a él primero. Junto a sus compañeros, él agarraba a todas las personas que podía y las subía a la salvamar todo lo rápido que daban sus brazos. Recuerda cómo algunos de estos náufragos, una vez que ya estaban a salvo, se unían a él y a sus compañeros para seguir socorriendo a aquella pobre gente que vivió para contarlo casi de milagro. Otros, simplemente, permanecían en la cubierta con la mirada perdida, sin reaccionar. “Que faltan manos, Macarena, lo digan como lo digan o lo justifiquen como lo justifiquen. Y lo peor es que lo saben”.
Como también saben y no niegan que el radar de los aviones de Salvamento Marítimo lleva más de un año sin funcionar. La Confederación General del Trabajo también denunció esta situación hace semanas, sin embargo los aviones continúan atendiendo emergencias sin esta herramienta. Barroso explica ante los periodistas que aunque es un instrumento importante no es estrictamente necesario porque la mayoría de estos rescates se realizan “a ojo”. Volvemos a la experiencia de los rescatadores de las lanchas, quienes aseguran que aun con la mar en calma es muy complicado avistar una patera a simple vista. A veces se puede estar a escasos metros de una y no distinguirla. El radar de un avión de Salvamento Marítimo sí es vital porque complementa la labor de los rescatadores, sobre todo cuando la diferencia entre la vida y la muerte es cuestión de minutos. Pero esto parece no ser prioritario para el Gobierno del Estado español, inmerso en la campaña electoral y con todos sus esfuerzos puestos en la obtención de unos buenos resultados el próximo 28 de abril.
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