Socorristas españoles tienden la mano a migrantes en el mar

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Cuando los rescatistas abordaron el bote que zozobraba en aguas cercanas a las islas Canarias tras varios días a la deriva, la estampa era trágica: siete cadáveres y un grupo de supervivientes en tal estado que tres acabaron muriendo.

Al salir de Dakhla, en el Sáhara Occidental,había 62 norafricanos a bordo, de los que 10 pagarían con la vida el peligroso intento de alcanzar estas islas españolas frente a las costas de África.

Para los tripulantes de Salvamento Marítimo que trabajan en una de las rutas de migración a Europa más peligrosas, este tipo de imágenes son cada vez más frecuentes, a medida que aumenta el número de personas que intentan el viaje desde las costas marroquíes, principalmente, en embarcaciones precarias.

“En estos últimos 10 días ha habido muy mal tiempo, toda patera que haya salido posiblemente esté en peligro”, explicó Manuel Capa, de Salvamento Marítimo, el cuerpo civil de guardacostas español.

La entrevista tuvo lugar en una de esas noches peligrosas, a mediados de noviembre. Capa, representante sindical de la CGT, de 50 años, forma parte del equipo del “Guardamar Polimnia”, una embarcación naranja de 32 metros con ocho tripulantes y base en el puerto de Arguineguín, en la isla de Gran Canaria.

“Normalmente, el cocinero no sale a cubierta”, pero “estábamos tan desbordados que tuvimos que tirar de él, porque estábamos exhaustos sacando gente, había gente fallecida y no teníamos fuerza. Una mano más ayuda”, narró, aún impresionado.

“En el momento, lo sobrellevas bien, luego hay momentos cuando tienes que recordar, cuando ves el drama y sufrimiento de esta gente, y es difícil de entender”, lamenta, rompiendo a llorar.

En las dos primeras semanas de noviembre, las tripulaciones de las embarcaciones salvavidas españolas rescataron 28 botes con 1.194 personas que intentaban llegar a las islas Canarias, según datos del gobierno.

– No hay rescate sin trauma –

Dos noches más tarde, más trabajadores de primera línea, entre ellos médicos y traductores, se reúnen en el puerto de Arguineguín mientras la “Guardamar Polimnia” descarga a decenas de supervivientes exhaustos, envueltos en mantas rojas, a los que se les entregan mascarillas mientras bajan a trompicones de la embarcación, con las piernas renqueantes tras nueve días perdidos en el mar.

Esta vez, dos personas han muerto y sus cuerpos han sido transportados en sudarios de plástico blanco.

“Es una travesía muy dura, de las mas peligrosas de la ruta migratoria”, aseguró Paula Atochero, una enfermera que ayuda en los desembarcos en el puerto de Arguineguín.

Muchos de los que llegan sufren “hipotermia severa”, y también “deshidratación, porque cuando se quedan sin alimentación y sin agua, se ponen a beber agua del mar, que está muy concentrada en sales”.

Otros sufren de lo que se conoce como “pie de patera”, una inflamación muscular que impide el riesgo sanguíneo y puede acabar en amputaciones; o el “‘síndrome compartimental’, que está muy relacionado con el ‘pie de patera’ pero que puede llevar a que haya una septicemia”, añadió.

Atochero era una de las dos personas que trató de salvar desesperadamente la vida a una bebé maliense en el muelle en marzo, en una imagen que causó impacto. Aunque consiguieron reanimarla, acabó muriendo cinco días más tarde.

“Hemos tenido muchas experiencias traumáticas en el puerto de Arguineguín, cuando lo de la niña fue una mera casualidad que hubiera un fotógrafo”, sostuvo.

“Te quedas un poco afectada, porque intentas hacer lo que puedes por salvar la vida a una persona y muchas veces fracasamos”.

– “Se supone que somos duros” –

Para los que trabajan en primera línea, la constante exposición a semejante sufrimiento tiene un coste emocional.

Capa recuerda que uno de los colegas que saltó al barco para ayudar a los supervivientes “se derrumbó” tras toparse con los siete cadáveres.

El año pasado Salvamento Marítimo puso en marcha un servicio de atención telefónica psicológica que opera 24 horas, en el que “te atiende un psicólogo, te da una serie de pautas y herramientas para poder afrontar esto”.

“Es verdad que en este mundo del mar, se supone que somos hombres muy duros, muy fuertes, y mucha gente no quiere trasladar ni exponer públicamente sus sentimientos. Echar una lágrima allí es de cobardes, pero no es eso, son personas con corazón y sentimientos”, estima Capa.

En una intervención en el parlamento canario esa semana, Ismael Furió, el principal representante de la CGT en Salvamento Marítimo, avisó que el principal problema es “la falta de recursos” para las tripulaciones, describiendo la situación como “extrema desde hace unos años”.

De sus 12 embarcaciones con base en las islas Canarias, la mayoría tienen una tripulación de tres personas, lo que significa que muchas veces sólo una está en cubierta para sacar a decenas de supervivientes de sus botes.

Aún así, los equipos de Salvamento en las Canarias rescataron a miles de personas en los primeros 10 meses del año, se congratuló, explicando que sólo tres de esos botes habían socorrido a unas 7.000 personas.

FUENTE:AQUÍ

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