Los 629 migrantes del Aquarius acaban de saber que no van a pisar Italia tan pronto como esperaban. Los miembros de Médicos Sin Fronteras les han explicado, megáfono en mano, que el barco “aún está a la espera de instrucciones. Es posible que tengáis que estar aquí durante dos o tres días Esto es ahora vuestra casa. Aquí estáis seguros”, les ha dicho primero en árabe Ramzy, tunecino. Cilin les ha enseñado en un mapa la posición del barco con un mensaje insistente: “Estamos aquí, muy lejos de Libia. Esto es Malta y aquí está Italia”, iba diciendo mientras señalaba los lugares. En un instante, el optimismo ha derivado en una preocupación evidente en las caras de los rescatados y en un murmullo. Las novedades han llegado en árabe, inglés y francés. Solo uno de los migrantes ha alzado algo la voz mientras el resto le pedía calma. El capitán se mantiene a la espera de que el Centro de Coordinación Marítima de Roma designe un puerto en el que desembarcarlos. “Empiezan a preocuparse, son personas frágiles y vulnerables que llevan 48 horas en el mar, empieza a ser una situación crítica”, explicado a primera hora de este lunes Aloys Vimard, coordinador de MSF a bordo del buque.
Todas las cubiertas de este buque están atestadas de gente, hay cola para recibir atención médica, la gente espera, espera y espera; hay niños que juguetean por aquí y por allá… por la mañana aguardaban pacientemente para recibir el desayuno (té caliente, dos galletas energéticas y una focaccia). “Teníamos comida para dos días. Es preocupante porque esta noche ya no tendremos más”, ha añadido Vimard. Algunos entre los rescatados están enfermos, tienen heridas de bala de su paso por Libia o lesiones del viaje, muchos tienen sarna, algunos fiebre…. Todo están exhaustos y muchos traumatizados por la dura travesía y todo lo que la precedió. Entre ellos hay siete embarazadas y 123 menores que viajan solos. Los varones han dormido al raso, las mujeres y los niños a cubierto.
“Están preguntando pero por curiosidad, no veo preocupación por ahora. Ni enfado”, explica el rescatador Alessandro Porro, italiano que trabaja en traslados de emergencia en tierra. “Esto es como cuando llevas a un enfermo en ambulancia y estás parado en la autopista a la espera de que te asignen un hospital”. Es decir, una situación excepcional que puede afectar a la salud del paciente. Como el sol quema, están colocando unos todos en cubierta para dar sombra.
El nuevo ministro del Interior y vicepresidente de Italia, el líder de la xenófoba Liga Matteo Salvini, había comunicado de forma no oficial el domingo que cerraría todos los puertos para impedir el desembarque de los más de 600 migrantes a bordo del Aquarius, y había exigido que Malta se hiciera cargo de la nave. Este lunes, Salvini ha vuelto a levantar la voz contra las ONG que operan en el Mediterráneo: “También el barco Sea Watch 3, de una ONG alemana y con bandera holandesa, se encuentra ante las costas libias, en espera de efectuar la enésima carga de inmigrantes, obviamente para llevar a Italia. Italia ha dejado de inclinarse y obedecer, ahora HAY QUIEN DICE NO.#cerremoslospuertos”. Los Ayuntamientos de Reggio Calabria, Messina, Nápoles y Palermos habían anunciado la noche del domingo que estaban dispuestos a abrir sus puertos para acoger a la nave de SOS Mediterranée y MSF.
Como fueron salvados con lo puesto (las madres llevan una bolsa de bebé y el que más lleva, un par de bolsas de plástico), la mayoría no tiene móvil y por tanto desconoce haberse convertido en protagonistas de una crisis política. Y los que tienen teléfono no tienen batería, ni enchufes a mano, tampoco Wi-Fi. El personal de SOS Mediterranée y de MSF tiene intención de ir explicándoles la situación en las próximas horas. “¿Tienes un cargador?”, preguntaba esta mañana uno de ellos a un periodista. Cuando él le respondió que no y le dijo que no había cobertura, el africano replicó: “Necesito cargarlo porque ya estamos cerca”. Todos están ansiosos por tener cobertura para poder informar a sus allegados de que están vivos.
Un tercio de los huéspedes a bordo del Aquarius fueron rescatados por el equipo del barco de dos pateras que iban a la deriva, una de las cuales llegó a romperse y sus 40 pasajeros tuvieron que ser sacados del agua. Los 400 restantes fueron localizados y recogidos por barcos mercantes o de la Marina italiana y trasvasados por los militares al Aquarius para que los llevara a puerto. Este es el sistema habitual de funcionamiento de los rescates, que dirige el Centro de Coordinación Marítima de Roma. Ellos son los interlocutores del capitán y de Nicola Stalla, coordinador jefe de rescate de SOS Mediterranée a bordo. “Llevamos esperando a que nos asignen un puerto seguro desde que acabó la operación de rescate y transferencia [el domingo por la mañana]; nos ordenaron que fuéramos rumbo norte sin una indicación clara de un puerto y especialmente desde anoche, cuando nos pidieron que nos quedáramos en stand-by a la espera de instrucciones”. Y ahí siguen el barco y los migrantes.
Stalla, que antes de sumarse a esta ONG trabajaba en la Marina mercante, explica que es la primera vez en su carrera que no le asignan un puerto done desembarcar. “Estamos informando constantemente al oficial de guardia (del centro de coordinación) de la situación a bordo que, obviamente, corre el riesgo de deteriorase, la salud de las personas a bordo está en peligro porque están expuestos al sol y al calor y requiere una respuesta rápida”. La jornada será larga.
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