Los otros vigilantes de la playa

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El Centro de Salvamento Marítimo de Palma prepara el operativo para la temporada turística.

Es el que más incidencias gestiona en toda España, con hasta 150 sólo en el mes de agosto.


En la pantalla del Automatic Identification System, el radar que fotografía y codifica el mar balear, se cuentan 1.200 embarcaciones en sólo un segundo en una mañana de abril. En unos meses, advierten, el número se disparará. La estadística de Salvamento Marítimo muestra que las incidencias atendidas se multiplican por 300% en los meses álgidos de la temporada turística. El pasado agosto, por ejemplo, gestionaron hasta 150 operaciones. Cifras que le convierten en el primer centro de España por número de sucesos, por delante, incluso, de Tarifa.

Desde una oficina en pleno Paseo Marítimo un equipo de 18 personas coordina la sábana azul que arranca más allá de las costas de Valencia y se extiende hasta Formentera. Entre su acera y el horizonte, se balancea uno de los focos de su actividad de vigilancia. Una hilera de veleros, llaüts y yates que demuestra el auge del turismo náutico en Baleares. «El 80% de nuestras incidencias está relacionado con embarcaciones de recreo, mientras que en la media de España suponen sólo un 50%», subraya el jefe de Centro de Salvamento Marítimo de Palma, Miguel Félix Chicón.

El crecimiento de la navegación de ocio ha convertido su delegación en la primera de España por número de incidencias atendidas, con 555 en el último año, en las que se vieron implicadas 1.439 personas. Una primera posición, ratifica Chicón, que se explica por el mayor número de usuarios del mar balear y que consigue superar las cifras del centro de Tarifa. Entre junio y agosto, los meses con mayor actividad, pueden gestionar hasta cinco accidentes náuticos al día.

Ocho embarcaciones, el buque remolcador Marta Mata, un helicóptero con base en Son Sant Joan y un avión que vuela desde Valencia en rutas constantes sobre el archipiélago, son la equipación con la que Salvamento Marítimo cuenta para un amplio listado de funciones que incluyen el rescate de tripulantes, la evacuación médica, la búsqueda de desaparecidos en el mar, el control de vertidos ilegales o la retirada de objetos peligrosos. Desde troncos hasta contenedores pasando por cachalotes muertos. En apenas unas semanas el Guardamar Calíope se sumará como refuerzo veraniego con base en Sant Antoni (Ibiza).

Las embarcaciones sin gobierno, las varadas y las evacuaciones médicas fueron las incidencias más frecuentes durante el año pasado. Entre éstas últimas, apunta el jefe del centro de Palma, se incluyen los accidentes laborales sufridos por el personal de los buques mercantes. «Los cruceros, pese a que son auténticos pueblos flotantes, están muy bien equipados y es raro que haya que trasladar a algún pasajero a tierra», explica. Aunque la memoria de actividades devuelve la fotografía de un niño evacuado cuando sufrió una apendicitis en plena travesía.

La localización de tripulantes en el agua o de desaparecidos es otra de sus duras rutinas. Desde Salvamento Marítimo se imparten charlas sobre las medidas de seguridad aconsejables para hacerse a la mar. En pocos casos observan que se hayan puesto en práctica cuando llegan al lugar de los hechos.

«Usar chaleco, contar con una luz estroboscópica que se ve desde cuatro millas de distancia en la noche, o con una simple linterna, o un arnés que sujete al barco son elementos fundamentales para facilitar el rescate y permanecer con vida», destaca Chicón. El verano pasado se escribió con el caso de numerosos náufragos que pasaron horas en el agua hasta ser rescatados. El récord se lo llevó un marinero que aguardó once horas en plena noche cerca de Portocolom hasta ser localizado después de caer de un velero. La comunicación con los servicios de emergencia se complicó ya que el único tripulante que seguía a bordo era sordomudo.

Sólo un mes después, el veterano patrón Jacinto Rodríguez, de 84 años, pasaba otras cinco angustiosas horas hasta ser encontrado por un helicóptero después de precipitarse de la embarcación con la que participaba en la Copa del Rey de Vela. «En verano, con el agua a 27 grados, también se puede sufrir hipotermia porque el cuerpo está por debajo de los 36 grados de su temperatura habitual», detalla el jefe del centro de salvamento. El primer síntoma es el castañeo de dientes. En los meses de invierno, las posibilidades aumentan. Con el mar a poco más de doce grados, el tiempo máximo de supervivencia de un náufrago en aguas baleares estaría en 18 horas. Sus búsquedas superan siempre con creces el máximo previsto. «Un consejo fundamental es no abandonar nunca el barco a no ser que haya un incendio o se esté hundiendo», recuerdan.

FUENTE:EL MUNDO

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